domingo, 1 de enero de 2012

La habitual suma de cavilaciones enrevesadas que vienen conformando mi cabeza se ve últimamente, y más que de costumbre, invadida por un solo pensamiento que pretende aniquilar a todos los demás y hacerse él solo con el monopolio de mis meditaciones.

La incertidumbre ante un futuro que poco a poco se va convirtiendo en presente hace que a cualquier hora y en cualquier lugar despliegue todo el abanico de opciones que barajo, para repasarlas minuciosamente y sopesar sus pros y sus contras a fin de dar con una respuesta absoluta que me haga sentir que he llegado a buen puerto. pero la tarea es complicada y a menudo me sumo tanto en ella que termino ausentándome del mundo real y de las (escasas) responsabilidades que habitarlo conlleva. del mismo modo, cuando despierto tras un metafórico sueño de ensimismamientos negativos, respondo de forma brusca y arisca ante aquéllos que me rodean. Es lo que hay. la presión me puede y no tengo el suficiente autocontrol como para saber sobreponerme a situaciones de esta índole, yo, acostumbrada a actuar por inercia y a tomar decisiones al azar para luego acomodarme a los resultados obtenidos.

El tiempo no dirá nada, ni siquiera abrirá la boca más que para recordarme que el período expira y que los ultimátums, lejos de aumentar mi eficacia bajo la presión, lo único que consiguen es desmoralizarme ante la perspectiva de que no seré capaz de lograrlo. y así estoy atrapada en un círculo infinito, a tan sólo unos pasos del centro pero empujada por una fuerza centrípeta que me aleja del margen sin ser capaz de salirme de la periferia.

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