jueves, 23 de julio de 2015

Nadie quiere quedar conmigo

El sentido común y, sobre todo, la experiencia, me enseñaron que el interés que posee determinada persona para con uno se puede discernir de la atención que dicho sujeto nos presta. Aplicando tal conocimiento a mis relaciones actuales, llego a la irrefutable conclusión de que aproximadamente un 70% de mis allegados no me tiene el más mínimo apego.

Por suerte, existe una convención social que establece que el comportamiento de la mayoría sienta las bases de lo aceptable. Gracias a ello debería sentirme un poco mejor ante el hecho de que alguien me llame para ir a tomar una caña y, tras haberme dado los dos besos de rigor, hunda la cara en su smartphone para no levantarla hasta que toca volver a juntar mejillas en señal de despedida. O que sea de esos que nada más sentarse colocan el móvil religiosamente sobre la mesa para poder consultarlo a intervalos irregulares de entre 2 y 10 segundos. Las pautas de conducta actuales indican que estas situaciones, consideradas irrespetuosas hasta hace a penas un lustro, hoy en día son de lo más común, y que debería mostrarme conforme con ello en lugar de pasarme la hora y media de reunión fantaseando acerca de la mejor manera de estamparle el teléfono en la cara a mi interlocutor.

Sin embargo, mi absoluta falta de autoestima, que acostumbra aparecer acompañada de una buena dosis de pesimismo, me lleva a cuestionarme a título personal el interés que en mí deposita esa persona que con tanto entusiasmo decía querer quedar conmigo. Durante los larguísimos silencios que se producen mientras espero a que mi acompañante termine de teclear, me planteo lo lógico: "para qué hostias he venido?". Podría sacar el libro que llevo en el bolso para no aburrirme tanto y hacer algo provechoso de la tarde, pero puestos a invertirla leyendo, más me valdría estar en sofá de casa, sin zapatos ni pantalones, y no en una incomodísima silla de terraza con palomas acechando de forma siniestra la ración de tortilla que descansa sobre la mesa.

No quiero caer en discursos de vieja pureta, porque todos tenemos móviles y todos los miramos de vez en cuando. Y de vez en cuando también escribimos, sea para responder a un mail del jefe o para decirle a tu compañero de piso que te espere para pedir pizza. Lo que me encrispa hasta el punto de echarme atrás a la hora de volver a quedar con alguien, es verlo(a) mantener diversas conversaciones paralelas, siendo la mía la menos urgente de todas. ¿Soy egoísta al pedir un poco de exclusividad? Puedo no ser la compañía idónea, pero eso tiene tan sencillo remedio como un simple no quedes conmigo.

domingo, 21 de junio de 2015

12 películas altamente recomendables

Era imposible acotar la lista a sólo 10 títulos, así que aquí van 12 de las películas no tan conocidas que más me han gustado en los últimos años:

1. La Haine (1995)


Sorprende el modo en que esta película aborda el racismo, las pobreza y las diferencias sociales, y sorprende más aún cuando descubres que su director, Mathieu Kassovitz, sólo tenía 28 años cuando la hizo. Rodada en blanco y negro, y mostrando una cara de París completamente opuesta a lo que se suele ver en guías de viajes, refleja la vida en lus suburbios franceses a través de los ojos de 3 jóvenes de distintos orígenes unidos por su condición marginal y su odio hacia la sociedad que los ha estigmatizado. Aunque ciertos detalles recuerdan mucho a Scorsese en Malas Calles, como la introducción de los personajes o las técnicas de cámara, demuestra ser lo suficientemente característica como para hacerse un lugar propio en el podio de la películas de corte social. 
"Menudo discurso! Mitad Moisés, mitad Mickey Mouse"
2. The triplets of Belleville (2003)

Aunque es una película de animación, no tiene nada que ver con la idea del género que Pixar lleva años forjando en nuestras mentes. La historia es simple: una abuela inculca en su nieto el amor por el ciclismo, y años después éste se encuentra participando el Tour de Francia cuando es secuestrado en una etapa de montaña. La abuela nueve cielo y tierra para encontrarlo, acompañada por su obeso perro Bruno y las Triplets de Belleville. Es una película rara, muy rara, pero brillante y cándida también (Bruno le roba el corazón a cualquier espectador). Como colofón, la música es tan fascinante que debería recibir una mención especial, sobre todo el uso de la Gran Misa en Do Menor de Mozart durante una escena de tormenta en el mar, es de esas secuencias difíciles de olvidar.

3. Nebraska (2013)

Nebraska es poesía hecha película. Peter Travers de Rolling Stone dijo al describirla: "¿es una comedia o un drama? Ambas a la vez, como la vida misma". Todo en ella es perfecto: la interpretación, la fotografía, la historia que cuenta... Pero por si eso no es suficiente y necesitáis conocer el argumento para convenceros, diré que es el relato de un viaje por carretera que hacen un hombre senil y su hijo de mediana edad para recoger un premio de lotería.
"- Tiene Alzheimer?
- No, simplemente se cree lo que le dice la gente"

4. Before sunrise (1995)

Primera entrega de una trilogía y con diferencia la mejor de las 3, Before Sunrise es la historia de una francesa y un estadounidense (Ethan Hawke) que se conocen en un tren a Viena y se enamoran en el transcurso de a penas un día, justo antes de que él tenga que tomar su vuelo de vuelta a América. El poderoso diálogo que mantienen es la esencia de todo el filme.
"Sabes lo que me cabrea? Toda esa gente hablando de lo genial que es la tecnología, y cómo les ahorra tanto tiempo. Pero, de qué sirve el tiempo ahorrado si nadie lo usa? Si simplemente se emplea en más trabajo. Nunca oyes a nadie decir 'con el tiempo que he ganad usando este procesador de texto me iré a un monasterio Zen'. Nunca escuchas algo así" 

5. Beginners (2010)

Para ser alguien que detesta las películas de amor, ésta ya es la segunda que incluyo en la lista. Pero es precisamente mi aversión al género lo que hace que cuando me guste una película del mismo, me guste de verdad.
Para empezar, decir que Beginners es una película romántica implica generar unas expectativas que difícilmente se verán cumplidas, porque su ejecución no se ajusta a lo que es habitual en este tipo de cine. El filme trata el amor y la pérdida con ternura pero sin caer en el sentimentalismo, una combinación tan escasa como efectiva. En cualquier otra situación Ewan McGregor hubiera copado la pantalla con su excelente papel de Oliver, pero Christopher Plummer, en el personaje de su padre Hal consigue hacerle sombra, tanto que le valió el Óscar a mejor actor secundario.
"Nuestra buena suerte nos permitió experimentar una tristeza para la que nuestros padres nunca tuvieron tiempo".

6. Good Bye, Lenin! (2003)

Dudo que haya una forma más original de retratar un momento histórico como es la caída del muro de Berlín. En Good Bye, Lenin!, la madre de Álex (Daniel Bruhl) entra en un coma profundo durante meses y, cuando despierta, Alemania ya ha sido reunificada. Su corazón está tan débil que no podría soportar ningún sobresalto, de modo que la familia debe ingeniárselas para esconder que su amada patria ya no existe como tal. Un precioso retrato de lo que las personas son capaces de llegar a hacer por aquéllos a quienes quieren.
"El país que mi madre dejó era un país en el que creía, un país que mantuvimos vivo hasta su último aliento, un país que nunca existió de tal forma, un país que, en mi memoria, siempre asociaré con mi madre"


7. Your sister's sister (2012)

No tenía muy claro a qué se refería la crítica cuando decía que esta película es "como ser invitado a la casa de alguien", pero una vez vista entendí que era la analogía perfecta para describira. La ausencia de variedad en actores y escenarios no hace si no remarcar la excelente interpretación de los 3 protagonistas (Mark Duplass, Rosemarie DeWitt y Emily Blunt), que rodaron este pequeño drama situacional en a penas 12 días. Un filme intimista tan sencillo como efectivo.
"Emocionalmente soy, en el mejor de los casos precario y en el peor, un inválido"

8. The Imposter (2012)

Increíble documental acerca de un chico que desaparece en Texas en 1994 con 13 años, y es encontrado en España en 1997, con una historia de secuestro y tortura a sus espaldas. Pero, pese a la alegría de su familia por llevárselo de vuelta a casa, hay cosas que no terminan de cuadrar, y un investigador se propone averiguar la verdad. Pese a que narra una historia real, el argumento tiene más de thriller que de reportaje, así que el suspense está garantizado.
"Una nueva identidad era un pasaporte real, un pasaporte americano. Podría ir a los Estados Unidos , ir al colegio ahí, vivir con aquella familia y ser aguien y no tener que volver a preocuparme nunca más más de ser identificado"

9. Submarine (2010)

Con una fotografía tan impecable a veces resulta difícil centrarse en los demás aspectos de la película, pero si se logra se descubrirá que es una historia sobre crecer y enamorarse, sin los típicos adolescentes hermosos en los que él es un héroe y ella un ser encantador que encandila al espectador. Ambientada en Swansea a finales de los 80 y dirigida y escrita por Richard Ayoade (Moss en The IT Crowd), aunque no cuenta nada que no haya sido contado en el cine 100 veces antes, lo hace con una visión que transforma la cinta en algo único. Me encantaría que Ayoade hubiese seguido haciendo películas como ésta.
"Queridos americanos: la película que estáis a punto de ver es un biopic sobre mi vida. Los eventos tuvieron lugar, hace no mucho, en la magnífica tierra de Gales. Gales está junto a Inglaterra, un país que fingís tratar como a un igual. Mi tierra ha dado a Catherine-Zeta Jones, a Tom Jones y a otros personajes. Todavía no habéis invadido mi país y os doy las gracias por ello. Submarina es una película importante. Vedla con respeto. Con afecto, vuestro protagonista, Oliver Tate"


10. What's eating Gilbert Grape (1993)

"Conmovedora" es definitivamente el mejor adjetivo que podríamos usar para describir este filme, en el que Johnny Depp (todavía adolescente) interpreta a Gilbert Grape, un joven que se siente atrapado en el pequeño pueblo en que vive, donde jamás sucede nada interesante. Tras la muerte de su padre, Gilbert tiene que hacerse cargo de la familia, que incluye a una madre mórbidamente obesa a penas capaz de moverse y a un hermano disminuido psíquico, ambos dependientes por completo de Gilbert y sus dos hermanas. Pero un día una chica (Juliette Lewis) se cruza en su camino, y las cosas comienzan a cambiar. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad apreciará los esfuerzos de esta película en mostrar las dificultades que afrontan las familias con algún miembro discapacitado, pero lo más llamativo de todo es la interpretación que Leonardo DiCaprio hace de Arnie, un niño de 18 años con parálisis cerebral, demostrando que ya de aquéllas era todo un actorazo.
"- Me encanta el cielo. No tiene límites.
- Es grande. Es muy grande.
- Grande no le hace justicia, verdad? la propia palabra grande es tan pequeña." 

11. Waking Life (2001)

Waking Life está compuesta exclusivamente por una serie de conversaciones que involucran al personaje principal, en las que a veces participa y otras es un mero espectador. Los tópicos de discusión son cuestiones de trascendencia como metafísica, el libre albedrío, la filosofía social o los propósitos vitales.
El título hace referencia a una cita de Jorge Santayana: "la cordura es una locura que se usa para bien; la vida despierta es un sueño controlado". Toda la película gira alrededor del estado del sueño lúcido, enfatizado mediante la técnica del rotoscopiado (rotoscoping) con que fue realizada.
"El truco está en co
mbinar tus habilidades racionales despierto con las infinitas posibilidades de tus sueños. Porque, si puedes hacer eso, puedes lograr cualquier cosa".

12. In Bruges  (2008)

Dos asesinos a sueldo (Colin Farrell y Brendan Gleeson), son enviados por su jefe (Ralph Fiennes) a Brujas durante un par de semanas. Contar más es crear spoilers innnecesarios, así que me limitaré a decir que es una comedia oscura, muy oscura, llena de giros imprevistos y que si os gusta, el mismo director tiene "Siete Psicópatas" que va por el mismo camino (aunque en mi opinión no consigue alcanzarla).
"Tal vez así es como es el infierno, como pasarse el resto de la eternidad en la puta Brujas"


jueves, 18 de junio de 2015

10 buenísimas películas malas

Tengo que confesar que poseo una extraña afición por el cine cutre. Ya sabéis, esas películas que salieron directamente para televisión y que suelen echar los sábados y domingos por la tarde, para que las neuronas también puedan tomarse el fin de semana libre. Animales asesinos, maldiciones ancestrales, tesoros escondidos, pseudo-ciencia de salón, mucha ingeniería genética y actores que parecen sacados de un casting porno son los ingredientes necesarios para conquistarme.

Ayer vi FDR: American Badass y, mientras meditaba qué lugar ocuparía en una hipotética lista de mis películasde serie B preferidas, decidí echar mano del ordenador y hacer realidad ese ranking.
Si tenéis un rato libre y nos apetece emplear una sola neurona en ocuparlo, cualquiera de las siguientes sugerencias es válida. Imprescindible para una completa apreciación verlas acompañadas de algún brevaje alcohólico, preferiblemente en grandes cantidades. 


1. Hard Ticket to Hawaii (1987)

Si hablamos de argumentos, hay montones de películas como Hard Ticket to Hawaii. El propio director, Andy Sidaris, ha dirigido 12 de ellas, todas protagonizadas por chicas Playboy haciendo de tetudas superagentes secretas en paradisíacos escenarios. Esta clase de filmes son la quintaesencia de las llamadas TV movies, condenadas a no ver jamás el prime time. Todas son estúpidas, todas son ridículas, pero Hard Ticket to Hawaii es proablemente la más divertida de ellas, una perfecta mezcla de sexualidad falta de elegancia y acción hiper-macho ochentera. Sus secuencias de acción son surrealistas, desde el asesino skater que reparte tiros escudado por una muñeca hinchable, hasta el secuaz llamado Shades que es ejecutado mediante un frisbee tuneado con cuchillas (me recuerda a una versión playera de los Peaky Blinders). Ah, ¿y he mencionado ya que el argumento implica a las mozas a la búsqueda de una mortal serpiente que se ha escapado de un laboratorio "infectada con toxinas de ratas infectadas con cáncer"? Sólo por esto ya podría ser valioso echarle un vistazo, pero para gozo y disfrute de los amantes del cine cutre, ésta es a penas una de las varias razones que hacen Hard Ticket to Hawaii tan vergonzosamente buena.


2. FDR: American Badass (2012)

Tengo sentimientos encontrados cuando se trata de películas hechas mal intencionadamente. Guarda cierto encanto pensar en la candidez de un director poniendo todo su empeño en la grabación, convencido al 100% con su proyecto, y resultando éste ser una gran bazofia. Ésta en cambio sugiere más bien ser el producto de una noche de juerga en que un grupo de amigos decidió que era buena idea rodar una película mientras esperaban a que se les pasase el efecto de las setas. Sin embargo, FDR: American Badass es tan graciosa que al final debería importar una mierda si fue hecha así a propósito. Los actores parecen estar pasándoselo tan bien con lo descabellado del diálogo que a penas semeja que estén actuando, es como si filmasen cada toma entre copa y copa de wishkey. Cada vez que la trama parece relajarse y rozar lo que llamaríamos "normalidad", el argumento pega un giro repentino y dobla el absurdo anterior. Con decir que el hecho de que Hitler sea un hombre lobo no es ni de lejos lo más bizarro de la película...








 
3. Basket Case (1982)

El presupuesto de 33000$ no dio para más que unos cuantos actores penosos y una cesta de mimbre, pero aun así lograron hacer una de las mejores películas de terror dentro de la categoría del bajo coste. Basket Case cuenta la historia de dos hermanos: un tío aparentemente normal llamado Duane y su gemelo deforme Belial, al que lleva siempre a cuestas metido en la susodicha cesta. Pese a ser poco más que una mole compuesta por una especie de cabeza y un par de... ¿brazos?, Belial se las apaña para escapar y sembrar el pánico allá dónde va. La película se hizo tan famosa que hasta tuvo un par de secuelas allá por los '90.


4. Poseidon Rex (2013)

No mentiré, Poseidón Rex es seguramente lo más flojo de esta lista, pero mi paleofetichismo me obligaba a incluir algo con dinosaurios. Creo que con un poco más de gore hubiera ganado puntos, porque tener un ancestral depredador submarino atacando gente y no ver a penas miembros amputados es algo que no termina de cuadrar. En el lado bueno, tiene bastante gracia la incoherencia a la hora de mostrar el tamaño del dinosaurio, que a veces es poco mayor que una persona y otras tan grande como una edificio de 7 plantas. También hay carne, mucha carne de fémina, porque en esa isla o hay una escasez de tela o están tan aislados que no les llegan otra prenda que no sean bikinis (hasta las científicas trabajan en bikini). Para desgracia de las espectadoras, el porcentaje de maromos está fuertemente descompensado.



5 Thankskilling (2008)

Un pavo asesino y un reparto con tan poco talento que hasta una obra de teatro escolar resultaría más creíble. Escenas destacables: el pavo se hace pasar por el padre de la protagonista poniéndose su cara tras haberlo matado. El pavo es agredido sexualmente y le pega un tiro a su agresor. El pavo viola a una chica a la que después le parte el cuello. Finalmente, añadir el dato de que la secuela a esta película se llama Thankskilling 3. Creo que con esto ya he dicho suficiente.



6. Hércules in New York (1970)

Os acordáis de la parquedad expresiva de Arnold Schwarzenegger en Conan el Bárbaro? Pues aunque en el momento nos tragásemos que era fruto de una notable interpretación, no hay más que ver Hércules en Nueva York, rodada 10 años antes, para darse cuenta de que el tío no sabía hacer otra cosa. Mantener esos músculos permanentemente hinchados ya debe requerir suficiente esfuerzo como para preocuparse de cuestiones interpretativas. Además, seamos realistas, ¿alguien le miraba a la cara? No lo digo por desprecio ni lujuria, es una mera custión física: resulta inviable enfocar el rostro cuando bíceps y pectorales juntos ocupan más del 80% de la pantalla.
Hércules en Nueva York fue la primera peli distintiva del Chuache, en la que aprece acreditado como "Arnold Strong, Mr. Universe" (Arnold El Fuerte, Mr. Universo), en parte por la complejidad de deletrear su verdadero apellido y principalmente por la inmesidad de su ego. Un coloso de tan sólo 22 años con una experiencia interpretativa tan nula como su carisma merodea por Nueva York dedicándose al wrestling. Se dice que de aquéllas su inglés era tan ininteligible que tuvieron que doblarle los diálogos, pero todavía circulan por ahí retazos del audio original.



7. I bought a vampire motorcycle (1990)

Vamos a jugar a un juego: tenéis tres intentos para adivinar de qué trata la película. Si, después de mucho cavilar, os habéis aventurado a decir "un tío compra una moto que resulta ser un vampiro", habéis acertado. Esta joya británica es una mezcla de comedia y terror que satiriza con éxito el cine horror-basura que tanto pegaba en los States a finales de los ochenta, pero al mismo tiempo también es un horror-basura en sí misma. De ese típo de películas que hacen gracia en parte por sus intencionadas bromas y en parte por su no intencionada ridiculez. La palabra más adecuada para describirla sería bizarra, culminada por una escena que incluye un zurullo parlante en el váter del protagonista. Probablemente haya desalentado a unos cuantos contando esto, pero si aún así os atrevéis a verla, que no sea por falta de información.


8. It came from beneath the sea (1955)

Ray Harryhausen, el genio de los efectos especiales, es el padre-creador de este pulpo gigante asesino que vaga por el océano y termina atacando el Golden Gate. Como dice el tráiler: "la bomba H lo liberó de las profundidades del Pacífico, pero ni siquiera la bomba H puede acabar con él!". Esta película es un perfecto reflejo de la paranoia nuclear de los 50 aunque enmascarada por la etiqueta de ciencia-ficción.

9. Dead Alive / Braindead (1992)

No me ha quedado claro el verdadero título de esta película, que según IMDB es Braindead pero en los carteles dice Dead Alive. Lo que sí es seguro es que ninguno de esos títulos tiene nada que ver con el nombre que se le dio en España: Tu madre se ha comido a mi perro, lo que la convierte en una habitual de las listas de títulos ridículamente traducidos al castellano. 
Todo el mundo tiene un pasado, y el de Peter Jackson es éste. Antes de convertirse en el hacedor de la Tierra Media, se había coronado como rey del gore con esta obra maestra. Sobra decir que es una de las películas más asquerosas y sangrientas que he visto nunca. A lo largo de su hora y media se reproducen absolutamente TODAS las formas posibles de mutilar a un zombie, incluyendo en la que le clavan una bombilla en el cráneo para que la cabeza se le ilumine como una calabaza de Halloween. Pero nada de eso es comparable a la escena final: la masacre del cortacésped. No diré más.
(Vale, sí, sólo una cosa más: ¿a qué retorcida mente se le ocurrió después que era el hombre indicado para manejar una producción de 300 millones de dólares?).



10.  Troll 2 (1990)

Una posible clasificación para las películas de serie B podría ser: mala, muy mala, terriblemente mala y, finalmente, tan apoteósicamente mala que incluso ha inspirado un documental. En el caso que nos ocupa, dicho reportaje se titula Best Worst Movie ("La mejor peor película") y se dedica a intentar desgranar los componentes que hacen de Troll 2 una obra cumbre en su género. 
Resumiendo así rápidamente, un italiano con afición por lo hortera y cutre llegó a Utah en 1989 y, sin saber a penas inglés, se las apañó para rodar un largometraje de bajísimo presupuesto sobre unos duendecillos vegetarianos (no, ni siquiera son trolls). Algunas cosas que se cuentan en el docu suenan a chiste, como que el director contrató al dentista del pueblo, con cero experiencia interpretativa, para que hiciese uno de los papeles principales, o que el actor que aprece en una de las mejores escenas de toda la peli haciendo de tendero era en realidad un tío que se encontraba ahí en una salida de permiso del psiquiátrico. 
El resultado final es tan surrealista que termina pareciendo una broma de mal gusto. Como si al terminar de verla, el director fuese a salir de algún escondite de tu salón y decirte "te lo habías creído, eh?".

martes, 9 de junio de 2015

Eterna abanderada de la nostalgia, cumplir años pasada la candidez adolescencente comenzó a significar una mirada hacia atrás que, pese ser realizada con plena consciencia del embellecimiento que el velo del tiempo proporciona a los recuerdos, no puedo si no legitimar hasta la ferviente autoconvicción de que el pasado fue tan hermoso que hasta lastima.
Desde que tengo uso de razón, y hasta hace a penas tres años, escribía compulsivamente. Los descomunales manojos de libretas y papeles (previos a 2006) y sucesivos archivos .txt dan constancia de mi error: en su inmensa mayoría relatan desdichas, tragedias y desventuras, en la medida que estos términos son aplicables a la arquetípica vida de una joven estándar cuyos progenitores se mostraron eternamente devocionados a su labor parental. Una rápida hojeada a esos textos basta para comprobar que el ayer no fue tan bucólico como mi abigarrada mente quiere hacerme creer. Es más, si nos atenemos a dichos testimonios, podríamos extrapolar que la mía ha sido una juventud atormentada digna de la obra de Sylvia Plath.
Asimilar que la realidad consiste en una convergencia de ambos enfoques, el pesimismo ante lo vigente y la idealización del pretérito, supone para mí un esfuerzo rayano en lo inviable. He incubado un pánico atroz a la incertidumbre del futuro, abanderado por la impotencia ante el paso acompasado de los minutos.
Pero no quiero dar comienzo a la semiveintena (más uno) con una reflexión tan sumamente desmoralizante. Releguemos lo previo escrito al estatus de mera introducción a lo que espero sea una crónica de madurez subjetiva, con el refuerzo positivo que espero me suponga la conciencia sobre mis propias fallas. En el fondo, crecer no está tan mal, es un simple ejercicio de adaptación que la naturaleza lleva ejecutando millones de años. Como dice Mr Antolini a Holden Caulfield al final de El Guardián Entre el Centeno "verás que no eres el primero a quien la conducta humana ha confundido, asustado y hasta asqueado. Te alegrará y te estimulará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú ahora. Felizmente, algunos de ellos han dejado constancia de su sufrimiento. Y de ellos aprenderás si lo deseas. Del mismo modo que alguien aprenderá algún día de ti si tienes algo que ofrecer. Se trata de un hermoso acuerdo de reciprocidad. No se trata de educación. Es historia. Es poesía".

viernes, 6 de febrero de 2015

Sal a dar un paseo. No tiene que ser un romántico paseo por el parque. No tiene que ser un paseo durante el cual tengas múltiples epifanías vitales y descubras significados que ninguna otra mente haya descubierto antes. No tengas miedo de pasar tiempo de calidad por tu cuenta. Eso no te hace antisocial ni provoca que reniegues del resto del mundo. Pero necesitas respirar. Y necesitas ser.

Albert Camus

martes, 3 de febrero de 2015

Por qué Wild me parece el peor libro del año



Hace algún tiempo, una publicación me pidió que escribiese una reseña de Wild (Alma Salvaje), el libro de Cheryl Strayed que ahora ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Jean Marc Vallée (Café de Flore, Dallas Buyers Club) y con Reese Witherspoon como protagonista. Cuando les envié mi artículo recibí en contestación un email que venía diciendo algo así como "gracias, pero te has pasado". En concreto, las palabras usadas por la persona responsable fueron "valoramos tu sinceridad, pero no queremos mostrar una imagen tan negativa del libro". Así que me vendí por completo, transformé contexto y contenido, justifiqué lo malo y magnifiqué lo poco bueno que logré rascar, logrando de este modo hacerlo pasar de ser un libro de 1 sobre 10 a un aprobado a ras de 5. Esta segunda reseña sí fue publicada, aunque lo hice bajo seudónimo porque no me apetecía ver relacionado mi nombre con cualquier palabra de adulación a la autora.
Como me daba pena ver mi incisiva y mezquina crítica cubrirse de polvo virtual en la carpeta de Textos Rechazados de mi disco duro, se me ocurrió que sacarla a la luz de otras pantallas podría ser una buena idea. Si logro concienciar aunque sea a un solo lector de la inutilidad de malgastar 10 preciosas horas de su vida en esas páginas, me daré por satisfecha.

Primero, me gustaría situaros en contexto y explicar por qué leí ese libro. Era verano y yo llevaba un mes confinada en cama, así que mi Fernweh era más agudo que nunca, y trataba de saciarlo con literatura de viajes e innumerables reposiciones de Callejeros Viajeros. Tras terminar la magistral A Walk in the Woods, de Bill Bryson, estaba ansiosa por más, y la búsqueda de opciones similares  me llevó a Wild. Las reseñas (al menos las que leí en ese momento) prometían bastante: siendo ambos la historia de una caminata por un sendero emblemático, cambiaría la localización, de los Apalaches a las montañas del Pacífico, y el humor por el descubrimiento interior. En el momento parecía un buen trato. Entono ahora el mea culpa por haber partido con una idea equivocada, buscaba el relato de una aventura y caí en un manual de autoayuda. Pero mi decepción no viene únicamente de haber leído algo distinto a lo que esperaba, sino que Wild me ha parecido un libro pésimo per se, independientemente de su género. Y es que no me importa leer sobre superación personal y conocimiento interno siempre que sea de un autor con habilidad para narrarlo, pero éste no ha sido el caso. A continuación trataré de explicar los motivos.

Wild está basado en la experiencia supuestamente real de la autora, Cheryl Strayed, que narra cómo a principios de los 90, cuando tenía 25 años, pierde a su madre a causa de un cáncer, lo que la lleva a caer en una espiral de decadencia y autodestrucción de la que se salva 4 años más tarde gracias a un viaje de 1500 km a pie a lo largo del Pacific Crest Trail. El Pacific Crest Trail, o PCT, es un sendero que transcurre por el oeste de los Estados Unidos, desde la frontera sur con México hasta el límite norte con Canadá, a lo largo de casi 4000 km. Creo que entiendo lo que Cheryl debió sufrir al caminar esa distancia porque yo he experimentado algo similar leyendo su libro: la sensación de que esa maldita tortura se estaba haciendo interminable.

En realidad, Alma Salvaje es el relato de una narcisista con ansias de ganarse la admiración y devoción de todo el mundo, abusando para ello del victimismo y la autocompasión, y narrando con notable falta de talento una historia cuya veracidad en los puntos más cruciales resulta cuanto menos dudosa.  Pero todas estas críticas serían gratuitas si no me parase a explicar el porqué.

Una de las características que más me han crispado los nervios en esta lectura ha sido el recién mencionado victimismo. El tono con que la autora explica las penurias de su vida desborda autocompasión por los 4 costados. Un ejemplo es el modo de referirse a sí misma como "huérfana", término que significa "niño/a que ha perdido a sus padres, o a uno de ellos". Con 25 años y casada, lo único que busca al emplear esa palabra es ganarse la conmiseración del lector. Y es que la muerte de su madre está más explotada en ese libro que la Segunda Guerra Mundial en Hollywood, recordando en cada página su condición de pobre huerfanita. Cierto que su historia es dura y tiene todos los papeles para causar compasión, pero su actitud de eterna mártir y, sobre todo, su modo de usar el dolor para justificar todos los actos depravados que comete (engañar a su marido, darse a las drogas), sin mostrar jamás el menor asomo de remordimientos, termina provocando de todo menos lástima.

Luego está el tema del narcisismo. Cheryl demuestra creerse el ombligo del mundo cuando dedica medio libro a relatar cómo todo aquél con el que se cruza cae rendido a sus pies. Todo el mundo le profesa devoción y admiración, las mujeres quieren ser ella y los hombres quieren tirársela, excepto un par de personas que evidentemente debían tener algún tipo de problema mental, porque está claro que ella es el mejor ser humano del mundo y es imposible no adorarla. Y entiendo que éste no es un libro de viajes, pero estando en un entorno tan magnífico como el del PCT, hay que estar muy centrado en uno mismo para no hacer más que las mínimas descripciones del paisaje (eso sí, siempre que éste tenga relación con ella misma "las montañas me recordaban a las de mi casa en Minnesotta"), y dedicar en cambio 4 párrafos a describir las ampollas de sus pies, y otros tantos a cuestiones igualmente cruciales como el pelo enmarañado o las marcas que las asas de la mochila dejan en la piel.

Por si fuera poco, la autora se autoproclama feminista, pero parece que entendió mal el concepto de la liberación sexual de la mujer, porque, hasta donde yo se, no significa tirarte a todo macho que se te ponga por delante. No tengo ningún problema en leer pasajes de connotación erótica, siempre que éstos estén bien escritos y aporten algo a la historia, cosa que aquí no sucede. Las valoraciones carnales que hace de todos los hombres con los que se cruza son vulgares e innecesarias, y esa actitud subliminal de "todo el mundo quiere acostarse conmigo" reafirma el narcisismo anteriormente mencionado. Hay un pasaje especialmente ridículo en el que mientras su madre agoniza en la cama del hospital, ella describe minuciosamente cómo el uniforme marca la entrepierna del enfermero que la atiende, y deriva este pensamiento en su deseo de ser poseída por él. Todavía me pregunto por qué no paré de leer después de aquello.

Por otro lado, algunos de los hechos relatados son de una veracidad más que dudosa. Me refiero, por ejemplo, a la caída por un terraplén con la mochila a cuestas que no le produjo más que unos pocos rasguños, al hecho de que estuviese arruinada y viviendo en el umbral de la pobreza pero aun así pudiese gastar cientos de dólares en material de senderismo y billetes de avión, al cálculo "aproximado" de las millas que recorrió a pie y las que pasó haciendo autostop, pero, sobre todo, me refiero a la parte de la heroína. En un pasaje referido a su relación con un hombre que consumía, cuenta cómo ella comenzó a hacerlo también, primero de forma ocasional, y luego a diario durante varios meses. Sin embargo, su período de desintoxicación es literalmente inexistente. Un día decide dejarla, se calza las botas y se lanza a caminar. Por mucho que desearía que fuera cierto (la de vidas que se salvarían si la cura a una adicción fuese tan simple), la historia hace aguas por todas partes. Otro ejemplo más de sus delirios de grandeza.

Todos los ingredientes hasta ahora mencionados describen perfectamente el drama de una veinteañera que ha pasado por un profundo trauma emocional. Hasta aquí el narcisismo, las incesantes quejas o la tendencia a la exageración estarían justificadas por la juventud y el dolor. El problema es que este libro ha sido escrito casi 20 años después de que tuviesen lugar los hechos relatados, es decir, cuando la autora ya pasaba de los 40. La inmadurez que desprende la escritura demuestra que su larga caminata le habrá servido para volver a encaminar su vida, pero desde luego no para crecer emocionalmente.

Finalmente, y como culmen, me gustaría resaltar la penosa habilidad narrativa de la autora. Su prosa parece sacada de un manual de autoayuda barato. Abusa tanto de los adverbios que podría hasta reclamar derechos de propiedad sobre "profundamente", mientras que las metáforas son tan obvias que recuerdan a los ejemplos más ridículos que puede inventar un estudiante de 12 años cuando aprende por primera vez lo que es un recurso literario. El estilo atropellado de hilvanar frases al mismo ritmo que se van forjando en el pensamiento le funcionaría a Kerouac, pero en este caso resulta ridículo y da lugar a sentencias tan magistrales como: "Lloré y lloré y lloré", "Corrí y corrí y corrí", "Nos besamos y besamos y besamos", o mi preferida:  "Fui a abortar y aprendí a preparar atún deshidratado y filetes de pavo, tomé un curso de primeros auxilios y practiqué cómo usar el purificador de agua en el fregadero de mi cocina". Aborto y atún en una misma frase, pura poesía.

En resumen, Cheryl Strayed no es más que una tía pobremente preparada, mentalmente confusa y tremendamente egocéntrica que, tras mostrar una total falta de autocontrol, comete la inconsciencia de adentrarse en un sendero complicado y logra salir viva de la aventura gracias a la suerte y a la ayuda y buena voluntad de las personas con las que se cruza. Al final lo disfraza todo de peregrinaje espiritual que se supone remata en algún tipo de epifanía, pero su nula capacidad comunicativa no le permite reflejarlo. Cuesta creer que una historia con tanto potencial pueda tornar en algo tan desagradable, pero estando presentes un ego desmesurado y una falta de talento notable, era casi imposible que de ahí saliese algo bueno.