viernes, 6 de febrero de 2015

Sal a dar un paseo. No tiene que ser un romántico paseo por el parque. No tiene que ser un paseo durante el cual tengas múltiples epifanías vitales y descubras significados que ninguna otra mente haya descubierto antes. No tengas miedo de pasar tiempo de calidad por tu cuenta. Eso no te hace antisocial ni provoca que reniegues del resto del mundo. Pero necesitas respirar. Y necesitas ser.

Albert Camus

martes, 3 de febrero de 2015

Por qué Wild me parece el peor libro del año



Hace algún tiempo, una publicación me pidió que escribiese una reseña de Wild (Alma Salvaje), el libro de Cheryl Strayed que ahora ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Jean Marc Vallée (Café de Flore, Dallas Buyers Club) y con Reese Witherspoon como protagonista. Cuando les envié mi artículo recibí en contestación un email que venía diciendo algo así como "gracias, pero te has pasado". En concreto, las palabras usadas por la persona responsable fueron "valoramos tu sinceridad, pero no queremos mostrar una imagen tan negativa del libro". Así que me vendí por completo, transformé contexto y contenido, justifiqué lo malo y magnifiqué lo poco bueno que logré rascar, logrando de este modo hacerlo pasar de ser un libro de 1 sobre 10 a un aprobado a ras de 5. Esta segunda reseña sí fue publicada, aunque lo hice bajo seudónimo porque no me apetecía ver relacionado mi nombre con cualquier palabra de adulación a la autora.
Como me daba pena ver mi incisiva y mezquina crítica cubrirse de polvo virtual en la carpeta de Textos Rechazados de mi disco duro, se me ocurrió que sacarla a la luz de otras pantallas podría ser una buena idea. Si logro concienciar aunque sea a un solo lector de la inutilidad de malgastar 10 preciosas horas de su vida en esas páginas, me daré por satisfecha.

Primero, me gustaría situaros en contexto y explicar por qué leí ese libro. Era verano y yo llevaba un mes confinada en cama, así que mi Fernweh era más agudo que nunca, y trataba de saciarlo con literatura de viajes e innumerables reposiciones de Callejeros Viajeros. Tras terminar la magistral A Walk in the Woods, de Bill Bryson, estaba ansiosa por más, y la búsqueda de opciones similares  me llevó a Wild. Las reseñas (al menos las que leí en ese momento) prometían bastante: siendo ambos la historia de una caminata por un sendero emblemático, cambiaría la localización, de los Apalaches a las montañas del Pacífico, y el humor por el descubrimiento interior. En el momento parecía un buen trato. Entono ahora el mea culpa por haber partido con una idea equivocada, buscaba el relato de una aventura y caí en un manual de autoayuda. Pero mi decepción no viene únicamente de haber leído algo distinto a lo que esperaba, sino que Wild me ha parecido un libro pésimo per se, independientemente de su género. Y es que no me importa leer sobre superación personal y conocimiento interno siempre que sea de un autor con habilidad para narrarlo, pero éste no ha sido el caso. A continuación trataré de explicar los motivos.

Wild está basado en la experiencia supuestamente real de la autora, Cheryl Strayed, que narra cómo a principios de los 90, cuando tenía 25 años, pierde a su madre a causa de un cáncer, lo que la lleva a caer en una espiral de decadencia y autodestrucción de la que se salva 4 años más tarde gracias a un viaje de 1500 km a pie a lo largo del Pacific Crest Trail. El Pacific Crest Trail, o PCT, es un sendero que transcurre por el oeste de los Estados Unidos, desde la frontera sur con México hasta el límite norte con Canadá, a lo largo de casi 4000 km. Creo que entiendo lo que Cheryl debió sufrir al caminar esa distancia porque yo he experimentado algo similar leyendo su libro: la sensación de que esa maldita tortura se estaba haciendo interminable.

En realidad, Alma Salvaje es el relato de una narcisista con ansias de ganarse la admiración y devoción de todo el mundo, abusando para ello del victimismo y la autocompasión, y narrando con notable falta de talento una historia cuya veracidad en los puntos más cruciales resulta cuanto menos dudosa.  Pero todas estas críticas serían gratuitas si no me parase a explicar el porqué.

Una de las características que más me han crispado los nervios en esta lectura ha sido el recién mencionado victimismo. El tono con que la autora explica las penurias de su vida desborda autocompasión por los 4 costados. Un ejemplo es el modo de referirse a sí misma como "huérfana", término que significa "niño/a que ha perdido a sus padres, o a uno de ellos". Con 25 años y casada, lo único que busca al emplear esa palabra es ganarse la conmiseración del lector. Y es que la muerte de su madre está más explotada en ese libro que la Segunda Guerra Mundial en Hollywood, recordando en cada página su condición de pobre huerfanita. Cierto que su historia es dura y tiene todos los papeles para causar compasión, pero su actitud de eterna mártir y, sobre todo, su modo de usar el dolor para justificar todos los actos depravados que comete (engañar a su marido, darse a las drogas), sin mostrar jamás el menor asomo de remordimientos, termina provocando de todo menos lástima.

Luego está el tema del narcisismo. Cheryl demuestra creerse el ombligo del mundo cuando dedica medio libro a relatar cómo todo aquél con el que se cruza cae rendido a sus pies. Todo el mundo le profesa devoción y admiración, las mujeres quieren ser ella y los hombres quieren tirársela, excepto un par de personas que evidentemente debían tener algún tipo de problema mental, porque está claro que ella es el mejor ser humano del mundo y es imposible no adorarla. Y entiendo que éste no es un libro de viajes, pero estando en un entorno tan magnífico como el del PCT, hay que estar muy centrado en uno mismo para no hacer más que las mínimas descripciones del paisaje (eso sí, siempre que éste tenga relación con ella misma "las montañas me recordaban a las de mi casa en Minnesotta"), y dedicar en cambio 4 párrafos a describir las ampollas de sus pies, y otros tantos a cuestiones igualmente cruciales como el pelo enmarañado o las marcas que las asas de la mochila dejan en la piel.

Por si fuera poco, la autora se autoproclama feminista, pero parece que entendió mal el concepto de la liberación sexual de la mujer, porque, hasta donde yo se, no significa tirarte a todo macho que se te ponga por delante. No tengo ningún problema en leer pasajes de connotación erótica, siempre que éstos estén bien escritos y aporten algo a la historia, cosa que aquí no sucede. Las valoraciones carnales que hace de todos los hombres con los que se cruza son vulgares e innecesarias, y esa actitud subliminal de "todo el mundo quiere acostarse conmigo" reafirma el narcisismo anteriormente mencionado. Hay un pasaje especialmente ridículo en el que mientras su madre agoniza en la cama del hospital, ella describe minuciosamente cómo el uniforme marca la entrepierna del enfermero que la atiende, y deriva este pensamiento en su deseo de ser poseída por él. Todavía me pregunto por qué no paré de leer después de aquello.

Por otro lado, algunos de los hechos relatados son de una veracidad más que dudosa. Me refiero, por ejemplo, a la caída por un terraplén con la mochila a cuestas que no le produjo más que unos pocos rasguños, al hecho de que estuviese arruinada y viviendo en el umbral de la pobreza pero aun así pudiese gastar cientos de dólares en material de senderismo y billetes de avión, al cálculo "aproximado" de las millas que recorrió a pie y las que pasó haciendo autostop, pero, sobre todo, me refiero a la parte de la heroína. En un pasaje referido a su relación con un hombre que consumía, cuenta cómo ella comenzó a hacerlo también, primero de forma ocasional, y luego a diario durante varios meses. Sin embargo, su período de desintoxicación es literalmente inexistente. Un día decide dejarla, se calza las botas y se lanza a caminar. Por mucho que desearía que fuera cierto (la de vidas que se salvarían si la cura a una adicción fuese tan simple), la historia hace aguas por todas partes. Otro ejemplo más de sus delirios de grandeza.

Todos los ingredientes hasta ahora mencionados describen perfectamente el drama de una veinteañera que ha pasado por un profundo trauma emocional. Hasta aquí el narcisismo, las incesantes quejas o la tendencia a la exageración estarían justificadas por la juventud y el dolor. El problema es que este libro ha sido escrito casi 20 años después de que tuviesen lugar los hechos relatados, es decir, cuando la autora ya pasaba de los 40. La inmadurez que desprende la escritura demuestra que su larga caminata le habrá servido para volver a encaminar su vida, pero desde luego no para crecer emocionalmente.

Finalmente, y como culmen, me gustaría resaltar la penosa habilidad narrativa de la autora. Su prosa parece sacada de un manual de autoayuda barato. Abusa tanto de los adverbios que podría hasta reclamar derechos de propiedad sobre "profundamente", mientras que las metáforas son tan obvias que recuerdan a los ejemplos más ridículos que puede inventar un estudiante de 12 años cuando aprende por primera vez lo que es un recurso literario. El estilo atropellado de hilvanar frases al mismo ritmo que se van forjando en el pensamiento le funcionaría a Kerouac, pero en este caso resulta ridículo y da lugar a sentencias tan magistrales como: "Lloré y lloré y lloré", "Corrí y corrí y corrí", "Nos besamos y besamos y besamos", o mi preferida:  "Fui a abortar y aprendí a preparar atún deshidratado y filetes de pavo, tomé un curso de primeros auxilios y practiqué cómo usar el purificador de agua en el fregadero de mi cocina". Aborto y atún en una misma frase, pura poesía.

En resumen, Cheryl Strayed no es más que una tía pobremente preparada, mentalmente confusa y tremendamente egocéntrica que, tras mostrar una total falta de autocontrol, comete la inconsciencia de adentrarse en un sendero complicado y logra salir viva de la aventura gracias a la suerte y a la ayuda y buena voluntad de las personas con las que se cruza. Al final lo disfraza todo de peregrinaje espiritual que se supone remata en algún tipo de epifanía, pero su nula capacidad comunicativa no le permite reflejarlo. Cuesta creer que una historia con tanto potencial pueda tornar en algo tan desagradable, pero estando presentes un ego desmesurado y una falta de talento notable, era casi imposible que de ahí saliese algo bueno.