Sabes ese punto en el que te das cuenta de que la casa en la que has crecido ha dejado de ser tu hogar? De repente, aunque tengas un sitio donde poner tus cosas, la idea en sí desaparece. Sientes que no lo recuperarás jamás. Es como tener morriña de un lugar que ya no existe. Tal vez sea ley de vida, nunca volverás a sentir algo así hasta que no te crees una nueva idea de hogar.
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