miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cuando me desperté debía de ser más tarde de lo normal, porque estaba yo sola en la cama y la luz se colaba a través de la persiana haciendo entretenidas figuritas sobre la madera del parqué. Era uno de esos momentos en los que se consigue no pensar en nada, o si esto es imposible, uno de los momentos en los que el pensamiento se reduce a su mínima unidad. Tenía hambre, pero no ganas de levantarme. Había una cajetilla de cigarrillos tuyos al lado de la cama, así que se me ocurrió encenderme uno .
Lo fume muy lentamente, observando como al aspirar se iba consumiendo poco a poco, y dejando escapar el humo entre los labios a la vez que levantaba la barbilla e inclinaba la cabeza con cierta jactancia, aunque nadie me miraba. Una vez fumado el cigarro, me levanté, me miré desnuda en el espejo por un instante, y fui al baño. Y me lavé la cara, y las manos, y me mojé el pelo un poco con las manos y luego lo peiné , con las manos también, y lo recogí en una coleta.
Fui al armario a por una camisa y al abrir la puerta me encontré con unos tejanos y un par de camisetas mías que debías de haberte probado antes de decidirte por alguna otra -en realidad estaba un poco cansada de tu manía de tirar mi ropa doblada y limpia al suelo-.
Me puse la primera camisa que encontré, que resultó ser una de cuadros rojos muy grande, de hombre. Abotoné un par de botones, remangué las mangas hasta el codo, me agaché hasta el cajón de las bragas, cogí unas y me las puse.
Pese a ser pleno diciembre, hacia un buen día, de hecho creo que había sido el sol a través de la ventana, lo que me había despertado; así que en la cocina, llené un vaso largo de café y le puse tres hielos, y me lo llevé al balcón.
Al principio estuve bien allí tal cual, pero luego comencé a aburrirme, así que atravesé el salón y caminé descalza (consciente ahora de que estaba descalza porque se me estaban enfriando los pies) hasta la estantería para coger un libro. Como no tenía muchas ganas de pensar, tomé un libro cualquiera del estante de los diccionarios y enciclopedias, que era el que quedaba más cerca de la puerta, y éste resultó ser un libro tuyo, de tu carrera.
Tus libros , -y en general, tus cosas- no tenían un orden asignado en mi casa, así que era corriente encontrarlos en cualquier lugar.
Derecho Mercantil me puse a leer al sol en el balcón, con lo que quedaba de un café aguado. Estuve leyendo jurisprudencia sobre derecho marítimo, y las distintas sentencias para abordaje, avituallamiento de buque, conocimiento del embarque, contrato de amarre, embargo preventivo de buques, hipoteca naval, etcétera. Pudo pasar una hora, cuando me di cuenta de que mi hambre era irremediable, y me dispuse a salir a comprar algo para comer.
Recordé que no me quedaba dinero. No tenía ganas de ir hasta mi cajero, que pillaba un poco lejos, así que busqué tu cartera, que solías olvidártela en casa, y la encontré en el suelo de mi habitación entre nuestra ropa interior del día anterior y unos vaqueros.
Di con algunos euros, un gramo de coca, y el número de teléfono con un “Ana” escrito con tu letra. Me dio rabia encontrar el número, pero en absoluto porque me molestase que finalmente te lo hubiese dado y tú lo hubieras anotado (como yo dije que ocurriría), sino porque había sucedido y por un motivo u otro tu habías decidido ocultármelo, y me sentía entonces, al abrir tu cartera, usurpadora de tu intimidad o de esa parte de ti que preferías reservar ante a mí. Pero tu intimidad me parecía mezquina, insignificante y ridícula: droga y un número de teléfono.
Y me entró pena. Me pareció por un momento que eran demasiadas las personas distintas a mí con las que sabía que te acostabas, que a veces tomabas demasiada coca sin un motivo expreso y eso me parecía inmaduro. Y mi pena se hizo un poco más grande, al volver a ver tu libro de Derecho Mercantil; estudiabas bastantes horas, tantas como asignaturas suspendías, y a mí tus libros no me parecían tan difíciles de estudiar como tú decías que eran. Además pensé en que siempre escribes “esque” (y no separas el verbo de la conjunción) y siempre pones “tí” (con esa tilde odiosa).
Una infravaloración desmedida que me quitó el hambre, y me hizo pensar que eras menos de lo que yo esperaba, y a consecuencia de ello me di cuenta de que acostarme contigo comenzaba a parecerme algo rutinario que ya no guardaba ningún interés , y pensé también–por pensar algo más-que quizá me merecía una cosa mejor, o que debería replantearme el creer o no creer en el amor–¡Qué tontería!, me dije a mí misma luego-, o que la noche que aguardaba–y esto sí que me parecía acertado-, no quería que la pasases en mi cama. Ni en mi casa.

martes, 21 de diciembre de 2010

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tenía yo anoche los pies muy fríos y era muy tarde. Entonces me acordé de que tú dices que una no se duerme hasta que sus pies están calientes, que es imposible con los pies fríos.
Te aseguro que antes de que me lo dijeras, aunque tuviera los pies helados, era capaz de dormirme. Ahora, siempre que me acuesto los noto fríos, y pienso en lo que tú dices.
Yo casi nunca tengo sueño, duermo más bien poco. Pero cuando tengo ganas de dormir, me fastidia mucho no poder hacerlo, y me fastidia aún más que sea por pensar en eso.
Por tu culpa tengo que acurrucarme y envolver los pies con mis manos, esperando a que tomen calor, y para conseguirlo, tengo que esperar un rato muy largo, porque mis manos tampoco suelen ser cálidas.
Como tengo que esperar tanto, me pongo a pensar en demasiadas cosas. Por ejemplo, en lo poco que tardarían mis pies en calentarse si los enredara con los tuyos, o en la poca gana que tengo de dormir sola, o en las pocas veces que he dormido contigo y las muchas que me gustaría haber dormido.
Al final los pies se me calientan y ya me puedo dormir.
Me duermo con los pies calientes, pero con tristeza por haber tenido que pensar demasiado. Vamos, que es un fastidio, y que prefiero mis pies fríos.

domingo, 19 de diciembre de 2010


hoy me desperté soñando con París. para paliar la nostalgia, Rayuela, escenas sueltas Amelie, y una mini Torre Eiffel que evoque los grandes recuerdos.

martes, 14 de diciembre de 2010

lavaría, fregaría y plancharía, pero la revolución me quitó las energías
Me deshago en esta habitación tapándome los ojos. Como guisante bajo colchón y esa canción de los piratas que tanto TANTO me hizo llorar; absorbo los minutos y se indigestan, me ensordecen los ladridos de la perra soledad y es entonces cuando el techo cae, las estrellas no existen y algo que anuncian como eterno, muere. Abre los ojos, porque esa voz que escuchas no es la mía, quizás nunca te hablé. El tiempo es fugaz y las sirenas de Peter Pan siempre serán prostitutas. Y como ellas, conozco a tantas wendys capaces de joderte la vida.. Falsos romances y salivas prestadas.

Lo siento, pero esta noche, cambio de cuento.

domingo, 12 de diciembre de 2010

sois el queso de mis macarrones <3

Cuentan las historias (pero no de esas que se escriben el los libros ni se estudian en los colegios) que una vez había un chico que nunca perdía al trivial. Daba igual la versión, año o temática, siempre era el primero en conseguir los seis quesitos. Según se dice, ese chico creció en una bonita ciudad costera del noroeste peninsular, cuyo combre (creo) tenía algo en común con cierto actor de el señor de los anillos, donde fue desarrollando su vida, estudiando en la cima de un monte donde conoció a un adorable grupo de encantadores, y de aquéllas todavía inocentes, adolescentes. Juntos, ese grupo compartió un incontable número de experiencias, de esas que tienes que vivir entre los 12 y los 19 para forjar todo lo que vas a ser el resto de tu vida. Pero un día allá por el verano de 2007, por circunstancias naturales, tocó alejarse del amparo natal, y cada uno partió en una dirección diferente. El chico de esta historia dejó las costas atlánticas y las cambió por las aguas termales de Ourense, decidido a convertirse en el mejor enfermero que jamás pudo existir. 3 años después, su propósito se hizo realidad, y era tan bueno que hasta el Dr. House lo quiso para su cunsulta, pero ya se sabe, como se fue 13, Cuddy lo obligaba a contratar a una mujer.

Y, a todo esto, en ese grupo de emigrados había una chica de cabeza roja, que el 12 de diciembre de 2010 hubiera querido tirarle de las orejas al chico de la historia e irse a la playa a jugar al baloncesto, pero como su reclusión en la ciudad de los guiris y funcionarios se lo impedía, le deseó feliz cumpleaños en el lugar más omnipresente del mundo: internet.
Felices 21, Sebas!

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Qué decir cuando en realidad no quieres decir nada? Oye, mira, es que no me importa el tiempo. Ya sé que está lloviendo, y si tú también lo sabes, no tenemos qué contarnos. ¿Puede fotografiarse la nada? ¿Puede no serse de? Lo pregunto porque me encantaría no proceder de ningún lugar. ¿Puede caminarse a ninguna parte? ¿puede caminarse a ninguna parte, desnuda? Quiero decir, ¿se existe sin vestir? ¿y qué significa estar vestido? ¿y qué significa desnudarse? Desnudo: naturista , exhibicionista o acaba de salir de la ducha, - menudo culito-. Vestido: según. Corbata, ejecutivo; Doctor Martens, punk; Louis Vuitton, alto poder adquisitivo.
A las cinco, café con Obama. De lo que se deduce que nunca cenaré con la oposición. Tan amiga de mis amigos, tan enemiga de mis enemigos. Tan enemiga de los enemigos de mis amigos. O estás conmigo, o estás contra mí.
La derecha o la izquierda. ¿No serás esquirol, no?
Cuando me acosté con Pol, ya sabía que en realidad amaba a Ana, pero necesitaba cerciorarme, ¿de qué? Luego me di cuenta de que, a ella tampoco la quería. Es así, o amas, o no amas. Pero, ¿a quién amas? Oye, ¿y puede no amarse? ¿puede no sentirse un especial apego por nadie? Al tiempo, Pol lo contó a sus amigos, y claro, dijeron que era evidente que a mí solo me gustaban las mujeres.
O ellas o ellos. ¿Eres bisexual? Ah, no, eres una mente abierta, esas son aún peor.
¿Buster Keaton o Charles Chaplin?
¿Me levanto o no me levanto? Si me levanto, soy activa; si hasta me pongo a estudiar, también responsable. Si sigo aquí tocándome la tripa, está claro que soy una vaga.
¿Jacobinos o girondinos? Pero está claro que todos burgueses, y que gritamos, ¡muerte al rey!
¿Qué expresión adoptar cuando en realidad te sientes indiferente? ¿Tiene la inexpresividad una connotación negativa? ¿Por qué es tan importante estar en el lado positivo?
Somos bien, o somos mal. Somos.
Me encantaría ser neutra, me encantaría no ser. ¿Puede existirse y no serse?
Vivir es posicionarse. Mierda.

jueves, 9 de diciembre de 2010

‎- llevo toda la semana durmiendo con el ordenador en cama porque hace muchisimo frío
- las chicas suelen meter un maromo, pero se me olvidaba que eres informática

miércoles, 8 de diciembre de 2010


i'm holding on to fairy tale, we're moving forward but we're not there yet

domingo, 5 de diciembre de 2010

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Si quieres que alguien te quiera locamente, maltrátalo fieramente.
Tácticas para enamorar, episodio dos.