La propuesta busca detener la piratería digital que "lucra" con material protegido con derechos de autor en Estados Unidos y está enfocada principalmente a castigar a sitios web en el extranjero que promuevan dicho material.
Pero un importante número de voces en la industria han alzado la mano para protestar contra lo que ven como una ley "que amenaza la libertad y la innovación en internet". Sitios como Wikipedia y Google han expresado su oposición a dicha iniciativa.
Pero ¿qué es en realidad SOPA y con qué se come? A continuación una breve guía de lo esta propuesta pretende alcanzar y de lo que sus detractores y defensores opinan sobre ella.
SOPA es una iniciativa de ley que ha sido impulsada por empresas -como estudios de cine o compañías discográficas- que aseguran que algunos sitios web están usando su material con el fin de obtener un beneficio económico.
La propuesta califica a estos sitios como deshonestos ("rogue" en el texto legal en inglés) y asegura que "roban los productos creativos e innovadores de Estados Unidos atrayendo más de 53.000 millones visitantes cada año y amenazando más de 19 millones de puestos de trabajo en Estados Unidos".
En lenguaje simple y llano, estos sitios "deshonestos" pueden definirse -en el marco de esta iniciativa- como cualquiera que contenga vínculos a películas, series de televisión, videojuegos, etcétera, que se encuentren protegidos por derechos de autor.
Y a diferencia de otros proyectos de ley anteriores, éste se centra en bloquear por completo el acceso a dichos sitios desde territorio estadounidense.
Para lograrlo plantea que la Fiscalía de EE.UU. pueda obtener una orden legal que obligaría a proveedores de acceso a internet a bloquear dicho sitio. Dichas empresas tendrían sólo cinco días para acatar la orden legal y ésta podría darse sin juicio de por medio, a partir de acusaciones.
Sin embargo, si después se descubre que la acusación es falsa, el "soplón" tendría que pagar multas y costos legales.
Bajo estas directrices un sitio podría ser acusado sólo por contener un vínculo a una página con material inapropiado. El sitio podría defenderse, pero primero sería dado de baja. En este sentido, sería culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Otra de sus provisiones incluye un mandato para que motores de búsqueda como Google retiren de sus resultados los vínculos a páginas que estén relacionadas con sitios "rogue" o "deshonestos".
SOPA, que se encuentra en la Cámara de Representantes de EE.UU., no está sola. Su hermana PIPA (Protect IP Act) es una creación similar en la Cámara de Senadores. PIPA es menos ambiciosa, sin embargo, aunque ambas buscan frenar la piratería digital.
Aunque la legislación busca combatir a sitios extranjeros, en la práctica también podría afectar a sitios estadounidenses que se relacionan con terceros en otros países del mundo.
Sus detractores -entre los que se encuentran Vincent Cerf el "padre" de internet- han dicho que los riesgos para las empresas estadounidenses son mucho más grandes que los beneficios.
En una carta enviada al Congreso estadounidense, más de 80 personalidades de internet aseguraron que la ley crearía "un ambiente de tremendo miedo e incertidumbre para la innovación tecnológica, además de dañar seriamente la credibilidad de Estados Unidos en su rol de guardian de la infraestructura de internet".
A la mayoría de quienes critican la SOPA les parece que la iniciativa no entiende que, de aplicarse, aislaría a las compañías tecnológicas estadounidenses en una burbuja separada del mundo.
Pero quienes la respaldan aseguran que es la única forma de combatir la piratería digital y la pérdida de empleos y ganancias en el país.
Aseguran que otros caminos se intentaron previamente, sin éxito. Para ellos es mejor detener el acceso a piratería digital apagando por completo la puerta de entrada a sitios que exhiban de una u otra manera contenido protegido.
Entre sus firmantes se encuentra la Asociación de Películas de Estados Unidos, la Asociación de la Industria Discográfica y la Alianza de Software de Negocios. Otras empresas, como GoDaddy -uno de los mayores servicios de alojamiento de páginas en EE.UU.- retiraron su apoyo a la ley tras una fuerte campaña de sus clientes muchos de los cuales, al ser empresas de internet, cerraron sus cuentas.
La discusión sobre el proyecto ha sido diferida, pero se espera que sus alcances e intenciones sigan provocando un fuerte debate.
Después de todo la iniciativa parece acercarse cada vez más a un choque de intereses entre el mundo de Hollywood y el de las empresas tecnológicas, cada uno defendiendo su terreno.
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