miércoles, 30 de octubre de 2013

Pizza love



Bueno, a ver, eterna, lo que se se dice eterna... a mí no me suele durar más de 5 minutos, a no ser que sea la séptima que pides en el buffet del Domino's... pero está bien así 
Quiero decir, la pizza siempre está ahí para mí (excepto cuando mi compañero de piso vuelve de Ruta antes que yo y se zampa todo lo que nos ha sobrado de la cena), nunca me ha decepcionado (excepto aquella vez que cometí la imprudencia de pedirla en un kebab turco y resultó ser una especie de durum sin enrollar), nunca ha intentado traicionarme (excepto cuando la probé con piña... nunca mais).
Lo mío con la pizza es un amor que va más allá del tiempo y del espacio. Fue capaz de cambiar por mí cuando decidí hacerme vegetariana e incluso hemos seguido nuestra relación mientras estuve a dieta. La encontré en Vigo, se vino conmigo a Inglaterra (ahí me perseguía a todas partes, y yo encantada) y ahora es mi fiel compañera de agonías santiaguesas. Está conmigo en exámenes cuando no tengo tiempo de cocinar, en las noches que no hago más que ver pelis y beber cerveza, en la previa las salidas nocturnas... cuántas grandes noches han empezado con aroma a queso fundido! Además, cuenta con la aprobación de todos mis amigos, eso siempre es importante, aunque a quien no le guste la pizza no sé si merece mi amistad.
El punto creo que está bastante claro: helena&pizza forever. Lo tallaré en un árbol que luego se talará para hacer el cartón de esa caja que contiene la felicidad absoluta dividida en 6 u 8 porciones. 
Pizza, te quiero.