Hoy se presenta ante mí como un ser humano. No hay demasiadas diferencias entre nosotras, excepto el hecho de que ella ha estado en lo más hondo del mundo, y ha vuelto a salir. Nadando entre las olas de la tristeza, donde ningún hombre puede respirar. Es más dura que una roca, más valiente que un toro. No hay lugar al que no pueda ir. No hay fuerza que no pueda vencer.
Y aún así, ahí está. Mirándome con esos ojos castaños. Quiero dejarla entrar, pero no soy capaz de abrirme. Ella es yo calzada con los zapatos de la valentía. La necesito esta noche, pero puede que ya sea demasiado tarde.
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