sábado, 30 de julio de 2011
viernes, 22 de julio de 2011
jueves, 21 de julio de 2011
Verano era una palabra tranquila y suave que traía consigo ese sabor a modorra y helado, a tardes muertas de calor en una infancia ya dejada. Verano ahora es la vuelta a Vigo, la pérdida temporal de esa falsa independencia que da estudiar fuera de casa. Pero este verano es diferente, porque te quiero y estás lejos. Quiero verte. Quiero océnao. Quiero besos con sal, contigo. Pero es verano, no tenemos un duro y toca casa, cena de familia, devolver los abrazos que no pude darte durante el curso. Y yo sólo pienso en verte, en convertir en metros los kilómetros, en compartir mis veintidos veranos contigo. Me llamas. Tus abuelos dejan libre el apartamento de Nigrán una semana. Me recoges en el portal y estás tan guapo que no me atrevo ni a tocarte. El apartamento es viejo y huele a rancio, pero subes las persianas y me quedo muda, con el mar ahí colándose por la ventana. Te pido que llevemos la cama al salón y cuando amanece nos despertamos, como aquella vez, con el sol en los ojos y un poco de frío en los huesos.
miércoles, 20 de julio de 2011
lunes, 18 de julio de 2011
domingo, 17 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
miércoles, 13 de julio de 2011
viernes, 8 de julio de 2011
La gente tiende a fragmentarse y a agruparse. Todo vocablo tiene su antónimo, toda persona tiene su opuesto. Izquierda y derecha, buenos y malos, ricos y pobres, vencedores y vencidos. Yo tengo la sensación de estar siempre a caballo, a medias, tal vez rozando ciertas puertas pero sin atreverme en absoluto a penetrar en ellas. La sensación de estar en ese vacío intermedio que para el resto no es más que un terreno de tránsito fugaz y para mí es lugar de permanencia habitual. Tal vez sea mejor eso que ciertos rincones a los que nadie quiere pertenecer, pero el hecho de estar en ellos les proporciona, al menos, una sensación de hermandad, de compartir el más profundo de sus anhelos, aunque éste sea el de huir de su propio grupo. Yo, en cambio, no siento ese calor de la fraternidad, porque habito un terreno baldío en el que los únicos seres que se divisan son meros transeúntes que desaparecen tan rápido como han llegado. Entre el blanco y el negro, soy esa mancha gris que algún pintor ha derramado por accidente.