martes, 1 de junio de 2010

cosas de hermanas




Existe una ley no escrita que establece cómo han de ser las relaciones fraternales. Según ella, el hermano menor ha de ser el ojito derecho y protegido de los padres, y el mayor ha de abusar de él, encomendarle el trabajo sucio y echarle la culpa cuando haya hecho algo mal.
Pero las tradiciones cambian, al igual que camabia el mundo, y si ahora las familias por el término que entendíamos antes, es decir, el de mamá, papá y sus hermosos y sonrosados hijitos, vestidos de azul y rosa con coletitas y peinados casi lamidos por un elefante, ya son cosa del pasado, y cada vez abundan más las monoparentales, multiculturales y todo tipo de variedades inimaginables hace 40 años, las relaciones entre hermanos también han cambiado.
Nuria y yo somos hermanas. Si se cumpliese la tradición, yo sería la protegida y el ojito derecho y ella abusaría de mí. bueno, a veces lo hace.
La vida hizo que nuestros caminos juntasen y separasen de forma totalmente aleatoria, y cuando, tras dos años de incesantes comeduras de cabeza culpa de el bachillerato y el futuro, prácticamente parecíamos habernos hecho a la idea de que una terminaría en londres y la otra en madrid, al más puro estilo de película americana, quiso el destino que los mil seiscientos kilómetros de distancia se redujeran a sólo 160, lo que separa vigo de coruña. Como si eso alguna vez hubiera importado, las distancias se fueron acortando a medida que se solidificaba la relación. Los proyectos nunca fueron pocos, y aunque ni la mitad de ellos se lleven a cabo, el simple hecho de poder compartirlos ya dice suficiente.

Y es que, aunque el digrama de cosas que tengamos en común a penas sea perceptible en comparación con el de las diferencias, en el fondo es tan divertido escuchar un "pero si no os pareceis en nada" cada vez que nos plantamos juntas ante alguien, que me encanta ese momento cuando nos miramos con cara de resiganción y pensamos que alguien debería seriamente hacer un estudio acerca de por qué no sólo nos aguantamos, si no que nos llevamos tan jodidamente bien.

Y como cada junio, cuando recibimos calor, exámenes y felicitaciones a partes iguales, feliz cumpleaños, sis.

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