
viernes, 29 de enero de 2010
jueves, 21 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
me fascina ver lo que has cambiado, el haber sido testigo de como poco a poco tu movimientos se han ido desprendiendo de esas ansias que a veces parecían comerte la piel, para desembocar en una calma y una precisión totalmente mágicas.
es increíble cómo, cuando miro tus primeras fotografías, disparos de a penas millonésimas de segundo captando instantes al azar, una imagen buena de cada mil, espontaneidad, siluetas borrosas y caras que desearían mudar de expresión. siempre evoco esos recuerdos cuando ahora, desde mi rincón a la sombra y con la maleta de objetivos en la mano, veo tus manos cuidadosas montando el trípode en la posición correcta, ajustando la cámara hasta lograr el ángulo y la abertura perfectos, haciendo mil pruebas de ensayo y error hasta hacer coincidir exactamente la imagen que tienes en tu cabeza con la que se ve a través del objetivo.
de verdad crees en la paciencia? yo la desconocía hasta que apareciste.
es increíble cómo, cuando miro tus primeras fotografías, disparos de a penas millonésimas de segundo captando instantes al azar, una imagen buena de cada mil, espontaneidad, siluetas borrosas y caras que desearían mudar de expresión. siempre evoco esos recuerdos cuando ahora, desde mi rincón a la sombra y con la maleta de objetivos en la mano, veo tus manos cuidadosas montando el trípode en la posición correcta, ajustando la cámara hasta lograr el ángulo y la abertura perfectos, haciendo mil pruebas de ensayo y error hasta hacer coincidir exactamente la imagen que tienes en tu cabeza con la que se ve a través del objetivo.
de verdad crees en la paciencia? yo la desconocía hasta que apareciste.
sábado, 2 de enero de 2010
martes, 29 de diciembre de 2009

En ese momento se me atragantaron los polvorones, oh sí
lunes, 21 de diciembre de 2009
volvamos a los 15 años
la visa pasa y pesa
¿hasta qué punto te puedes agarrar a los recuerdos felices? porque con el correr del tiempo los recuerdos o bien se disuelven en el olvido como azúcar en agua o bien se distorsionan, mezclados con los momentos nuevos que inevitablemente los contaminan.
Precisamente, si conseguimos avanzar en la vida es gracias al olvido, porque si recordáramos todas las cosas buenas que hemos perdidos nos aplastaría la nostalgia, y si recordáramos todas las malas, nos paralizaría la depresión.
Precisamente, si conseguimos avanzar en la vida es gracias al olvido, porque si recordáramos todas las cosas buenas que hemos perdidos nos aplastaría la nostalgia, y si recordáramos todas las malas, nos paralizaría la depresión.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Ya estaba acostumbrada (o resignada) a ése orden lógico de vivir con la tranquila prolijidad de que las cosas estén en su lugar correspondiente, ahí donde no molesten ni hagan pensar a nadie.
Aprendí, como aprendieron todos, a llorar a escondidas, porque las lágrimas no se muestran.
Aprendí, como aprendieron todos, a no reírme sola mientras voy caminando por la calle. Tiene que haber compañía para que la risa no parezca una piedra lanzada al rostro de quién te ve reírte.
¿Acaso no pasaste nunca por delante de una plaza invisible? Cuantas veces el dolor, el apuro, la rutina, han hecho que cruzaras por una plaza sin darte cuenta, sin siquiera levantar la mirada para ver la copa de los árboles, sin oler la fragancia de tierra húmeda, a verde refrescado después de la lluvia...
Aprendí, como aprendieron todos, a llorar a escondidas, porque las lágrimas no se muestran.
Aprendí, como aprendieron todos, a no reírme sola mientras voy caminando por la calle. Tiene que haber compañía para que la risa no parezca una piedra lanzada al rostro de quién te ve reírte.
¿Acaso no pasaste nunca por delante de una plaza invisible? Cuantas veces el dolor, el apuro, la rutina, han hecho que cruzaras por una plaza sin darte cuenta, sin siquiera levantar la mirada para ver la copa de los árboles, sin oler la fragancia de tierra húmeda, a verde refrescado después de la lluvia...
En el estricto orden de las cosas, todo lo fui perdiendo, o casi todo. Hasta las ganas de decir. Hablo cada vez menos.
Por eso me hizo bien encontrarte. Hacía tanto tiempo que nadie me escuchaba como bebiendo mis palabras...
Prometiste volver, quién sabe cuando.
Siempre hemos estado despidiéndonos.
Siempre fijando una fecha para el próximo encuentro
Pero no importa, hoy me reí caminando sola por la calle, hoy miré uno por uno los árboles de la plaza y hasta charlé en voz alta con el aire liviano de la tarde, repitiendo palabras.
Y todo, todo se ha desordenado
Por eso me hizo bien encontrarte. Hacía tanto tiempo que nadie me escuchaba como bebiendo mis palabras...
Prometiste volver, quién sabe cuando.
Siempre hemos estado despidiéndonos.
Siempre fijando una fecha para el próximo encuentro
Pero no importa, hoy me reí caminando sola por la calle, hoy miré uno por uno los árboles de la plaza y hasta charlé en voz alta con el aire liviano de la tarde, repitiendo palabras.
Y todo, todo se ha desordenado
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Nuestras vidas están dirigidas básicamente a desviar los dardos que nos lanzan las leyes de la probabilidad. En cuanto podemos, nos protegemos de los actos aleatorios de odio y destrucción. Siempre han estado presentes, en los barrios que construimos, en las paredes de nuestras casas, en el recelo que mostramos hacia los desconocidos. De cada seis millones de personas, una caerá fulminada por un rayo. Quince de entre cien sufrirán una depresión. De cada quince mujeres, una tendrá cáncer de mama. Un niño de cada treinta mil sufrirá una deformación grave de alguna extremidad. El veinte por ciento de los americanos será víctima de un crimen violento. Un día en el que no pasa nada malo es un milagro, un día lleno de cosas que podían haber ido mal, pero no salió así. Un día soso es un triunfo del espíritu humano, y el aburrimiento es un lujo sin precedentes en la historia de nuestra raza.
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